viernes, 19 de junio de 2009

Mi señorito el maqui













Hace años ilustré una suerte de novela histórica en tono de comedia y en clave de ficción. Es decir que los facciosos fueron derrotados y el noble protagonista de esta historia hubo de echarse al monte. Su autor, el jiennense Luis Miguel Sanchez Tostado, contactó conmigo y convinimos las ilustraciones.
Fueron unas14 ilustraciones, la portada y la etiqueta de la botella de vino que se regaló en la presentación de esta obra, para la que además unos actores encarnaron a los protagonistas.
Les dejo mi intervención en la presentación del libro:

"Vaya por delante - me gusta utilizar esta coletilla a modo de parapeto- que un creador es una persona que se mueve y que trabaja en un entorno muy reducido, personal, íntimo y desde luego no de cara al público. Salvando las excepciones correspondientes Por tanto, ustedes comprenderán que si a las escasas tablas en estos menesteres, unimos los nervios lógicos que siempre acompañan al parto, estemos hoy aquí, al menos este que les habla, esté hoy aquí, algo incomodo y deseoso de que la salve la campana.

Por otra parte parece lógico, natural, que en la presentación de una novela, de un texto literario se utilice la palabra. Esta es, al fin y al cabo, la materia prima y la herramienta de que se ha valido el autor para elaborar su obra.

Mi caso es bien distinto. Yo soy responsable de esa otra faceta, la de ilustrar algunos pasajes de la novela y por tanto también parecería lógico y así lo voy a hacer, que les remita a esas ilustraciones como único aval de mi trabajo.

Voy a ser breve, por tanto, y solo les voy a relatar, someramente, cuales fueron los antecedentes y como se gestaron estas ilustraciones.

Un buen día Luis Miguel se puso en contacto conmigo para proponerme una idea que le rondaba la cabeza. Ilustrar una novela que él había escrito. Debo decir, en honor a la verdad, que en una primera instancia pensé que este, si llegaba a materializase, sería uno de eso trabajos alimenticios, tediosos y aburridos que uno acomete con el único incentivo de ganar unas pesetas.

Este hombre me mandó la novela, y ya en esa primera lectura de tanteo y a medida que avanzaba, la trama me iba enganchando, y no se si por deformación profesional, pero ya iba esbozando, en mi mente, personajes y situaciones.

Por tanto aquel punto de partida había cambiado radicalmente. Luis Miguel quería ilustrar su novela y quería que lo hiciera yo. Y yo, veía muy factible el hecho de que fuera ilustrada y me apetecía mucho acometer personalmente esa tarea. De modo que con estos mimbres, ustedes comprenderán que era fácil hacer el cesto y que esta empresa llegara a buen puerto.

Me puse manos a la obra, elaboré esas ilustraciones y diseñe la portada. Con muy escasas indicaciones del autor. Esto conlleva un margen de maniobra y de confianza amplio, pero también lleva parejo un enorme riesgo. El riesgo de que lo imaginado y plasmado por mí estuviera, o no, en la onda de lo que el autor literario esperaba. De modo que cuando le remití los dibujos, la preocupación y la duda a este respecto, eran considerables. Por tanto cuando Luis Miguel me comunicó que las ilustraciones le habían gustado y es más, que se encontraba gratamente sorprendido del grado de sintonía alcanzado, la verdad es que fue una gran satisfacción.

Yo, ya había hecho en bastantes ocasiones ilustraciones de artículos y de relatos cortos para revistas y algunos libros, pero nunca había ilustrado una novela. El reto, por tanto, tenía el aliciente pero también el riesgo de lo nuevo.

Acometí este trabajo con dos premisas fundamentales. Una la de encontrar el estilo gráfico que se acompasará al literario y otra la de intentar que los dibujos que salpicarían el texto no fueran elemento extraños e inconexos a la trama de la novela. El dotar de coherencia, de un hilo conductor, a las ilustraciones y que estas engarzaran con el ritmo narrativo y secuencial de la novela, fueron los principales escollos a salvar. En ese empeño no ahorré esfuerzos. Fueron, en ocasiones, muchos los bocetos desechados hasta dar con el idóneo. Laborioso por tanto, pero no menos gratificante cuando se logra un resultado deseado.

El autor literario y el gráfico creo que estamos razonablemente satisfechos de este trabajo que hoy se presenta.

Personalmente, deseo y confío que ese sintonía que se logró entre nosotros haya impregnado, de alguna forma, la novela, y que el lector al pasar la ultima página le quede ese regusto agradable en el paladar que es el mejor síntoma y que denota que los autores han logrado su objetivo.

El amor por el trabajo bien hecho no es suficiente garantía de éxito, pero creo que sí debería ser condición necesaria. En este caso al menos, ha sido así, y confiamos que el lector así sepa verlo y apreciarlo. Lógicamente este tiene la última y soberana palabra.

Comunicar por el medio elegido que sea, es para un creador, la razón de ser de nuestro trabajo y si se consigue la mayor satisfacción que tenemos. Por desgracia, no pocas veces, casi la única.

Nuestro trabajo está hecho y si ustedes gustan quedan emplazados, invitados a degustarlo.

Tan solo añadir, que si mi modesta contribución no logra aportar nada sustancial a la novela, al menos, confío no le reste méritos. Méritos, que desde mi condición de lector de a pié, creo que tiene sobrados.

Muchas gracias

Paco Nájera

Dibujante"



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