Los que me conocen me habrán oído innumerables veces decir de las excelencias de Victor de la Fuente. Para mi, el dibujante de comics mas dotado que ha dado este país.
Hace años eche una mano, con sumo placer, a Felix Velasco en el libro homenaje que hizo sobre este autor. Si estais interesados en esta obra aun podeis solicitarla directamente a Felix en esta direccion: odiseaspacio@yahoo.es
Os dejo el escrito y los dibujos que hice para la ocasión.
"Víctor de la Fuente, el mayor de tres hermanos, también dibujantes, ha dedicado la mayor parte de su vida a este difícil arte. Y digo arte, a pesar de los reparos que se le puede poner a esta denominación. Al menos en el caso que nos ocupa, lo es.
Algunos estudios y escritos hay en torno a su obra y trayectoria, por tanto no descubro nada al afirmar que se me hace difícil pensar en alguien al que le calce también este medio, la historieta, como a él. Objetivamente, no es arriesgado hablar de Víctor como uno de los grandes autores del tebeo. Y entendámonos no hablo del ámbito español o francés ni lo acoto a una época determinada. Particularmente me puedo permitir ir más allá y decir, una vez más, que para mí este país ha dado, sin duda, grandes historietistas, pero dos, para mí, repito, destacan sobremanera: Carlos Giménez y Víctor de la Fuente. De Carlos se ha dicho mucho y bien. Aquí y fuera. Se lo merece, faltaría más. De Víctor no tanto. Al menos de puertas para adentro. En su país de origen. ¿Porqué? No lo acierto a comprender, como no entiendo que el principal salón que tenemos en España, el de Barcelona, no le haya dado ya su gran premio anual. No conozco a nadie que reúna más méritos. Y puestos a ahondar en interrogantes y perplejidades a uno se le hace muy cuesta arriba entender la razón por la que los editores patrios no se dan de guantazos por el honor de publicar su Obra. Obra que en su mayor parte, aquí, permanece inédita.
Constatamos este hecho y no creo ser el único en lamentarlo.
Este libro, este trabajo, liderado por el amigo Félix Velasco y secundado por un buen número de profesionales, estudiosos y aficionados lo corroboran.
Ahondando en mi óptica más personal, déjenme decirles que para mí, contemplar una viñeta, una página de Víctor es siempre una cura de humildad, amén de un verdadero placer. No es el suyo un dibujo pulcro y relamido, sin aristas. No. Su trazo es suelto, firme, seguro, incluso algo tosco. Al igual que su manchado. Sin embargo ese estilo impresionista, adquiere toda su belleza, todo su esplendor, cuando se contempla en conjunto. La figura, el fondo, el sombreado –en el que mas y el que menos se la juega- aparece ahí con tal fuerza y tan equilibrado que, al menos en mi caso, mentiría si añadiera lo de “sana” a la envidia que me produce. Un dibujo que, encima, parece resuelto con soltura, sin esfuerzo. Y a decir de muchos no sólo lo parece.
Pero sigo. ¿Qué decir del modo en que mueve a los personajes? Estos, aún en actitudes estáticas parecen retratados en ese justo instante que sigue y precede a algo. De ahí ese endiablado dinamismo y ritmo cinematográfico que imprime a sus páginas. Y sus fondos... sus fondos son un protagonista más, nada superfluo o acartonado. Con suaves picados o contrapicados se las apaña para conseguir esa profundidad de campo tan personal como inimitable.
En suma, la grandeza de su estilo gráfico y narrativo, descansa, en gran parte, en lo acertado de sus encuadres, en esas forzadas elipsis, en esa economía de líneas que dan a sus páginas una aparente sencillez. Una parte de su magnetismo radica ahí, otra parte permanece oculta y pudorosa a mis ojos. Y así debe ser, seguramente. Que no está en mi ánimo diseccionar el genio creador del maestro a la busqueda de su secreto. Me quedo con el placer, el deleite que supone contemplar sus viñetas, esos frescos que transpiran vida, movimiento, emoción... y que alcanzan cimas, difíciles de igualar, en la recreación de ambientes históricos o en ese género tan querido por Víctor, el western. Su Oeste tiene el aire épico del maestro Ford, la aspereza del mejor Leone, lo vibrante y crepuscular de un Peckinpah, y todo eso y más pasado por el tamiz de su talento se nos aparece, una vez más, lejano y familiar, creíble. Muchísimos han trabajado este género pero pocos han sabido extraerle ese jugo poético y existencial asociado a la frontera.
Si el reto que tenemos todos en esta profesión es, con medios tan limitados como artesanales, tinta sobre papel, hacer creíble lo narrado, interesar y emocionar al lector, Víctor ha sabido a lo largo de su carrera, por norma, salir airoso.
Y termino. Víctor no sólo es un buen dibujante, es un genio de la historieta. Un lujo para este país que no ha querido o sabido reconocerlo. Los aquí firmantes, al menos, tenemos eso meridianamente claro y a falta de reconocimientos oficiales desde aquí, desde estas páginas, lo hacemos constar y le mandamos un emotivo abrazo al maestro. Después de una reverencia. Gracias Victor.
Paco Nájera"
jueves, 2 de julio de 2009
Victor de la Fuente
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